El echo del regalo que le habia traido su tia le hizo olvidar por completo su preocupación relacionada con Mustard. Eso era mucho mas importante.
Abrio el relicario y una lagrima le recorrio su mejilla al contemplar la foto de su Tio.
Ese relicario siempre lo llevaba su Tio Encima. Decia que era su amuleto.
Luego de limpiarse el ojo obserbó hacia la foto que se encontraba al otro lado del relicario. Alli se encontraba el retrato de un señor mayor, cuyo rostro no lograba distinguir.
Se quedó examinando el relicario unos 5 minutos mas, revisando sus dealles, colgandoselo y mirandose al espejo. Se sentia en un estado de felicidad impresionante.
Neil siempre habia demostrado una debosion importante hacia su Tio Peter.
Habiendole echo al relicario todas las observaciones habidas y por haber, se lo guardo finalmente en su bolsillo y se dirigio a leer la carta.
Querido Neil:
Eres la persona que se que disfruatará y valorará este obsequio mas que cualquiera.
Este relicario perteneció a la familia Harrison por mas de 6 generaciones. Su primer portador fue mi Tatara tatara tatara abuelo Phil Harrison, a mi me lo dio mi padre cuando ya estaba en sus ultimas. Como yo nunca tube un hijo siento que tu lo debes tener. Para mi eres como mi hijo.
Te servira como amuleto durante el resto de tu vida, te guiara incluso en tus momentos mas oscuros. Solo te pido un favor. Cuando ya hayas logrado tu cometido, cuando sientas que le puede servir a otra persona pasalo hacia esta. Cuando lo vallas a heredar, lo que tienes que hacer es cambiar las fotos y dar las instrucciones que te estoy dando. Pon en el lado izquierdo la foto de quien te lo dio y en el lado derecho una foto tuya.
Seguramente resiviras este obsequio cuando yo ya no este. Ojala que lo que te sirva y que lo disfrutes.
Hasta siempre:
Peter Harrison
Neil no pudo evitar que se le desplomaran un par de lagrimas. Su Tío le habia heredado un de sus objetos mas preciados, siempre lo llevaba consigo. Saco de su bolsillo el relicario y lo colgo sobre su cuello. En ese preciso intante una sensacion de confort y alegria lo recorrio de pies a cabeza.
Se limpio los ojos con las manos, se levanto y se poso frente al espejo. Delante de el brillaba debajo de su cuello el brillande obsequio del tio Peter.
Las horas se le pasaron rapido a Neil, lo unico que hizo en su habitación fue revisar la carta, leyó detenidamente cada palabra escrita del puño y letra de su Tio.
Incluso en la cena el niño se mostro callado y anormal, se sentia feliz por el obsequio pero eso no le quitaba sus preocupaciones relacionadas con Mustard. Tampoco quitaba de su cabeza la idea de que todo eso hubiese sido un sueño.
Durante la cena no dio cabida en su mente a ninguno de los comentarios de su Tia, solo pensaba en Mustard y el relicario, Mustard y el relicario.
El joven no quizo probar el postre, no se sentia con apetito. Se despidio de sus padres y su tia y se dirigió de manera lenta hacia su habitación.
Se quitó la ropa y se arropo entre sus frazadas. Con sumo cuidado, se quitó el relicario y lo guardo en su caja la cual depositó en su cajón. Antes de cerrar este, observo los caramelos. Dudo un momento. Quitó la bolsa del cajón, la abrió y se comió el mismo caramelo que estubo a punto de tocar sus labios la vez anterior.
No sucedió nada.
miércoles, 7 de enero de 2009
sábado, 8 de noviembre de 2008
Capitulo 5: La Tia Henrrieta
No se sentia muy tranquilo Neil. Después de todo si Mustard le habia dado eso caramelos para que lo llamen en señal de peligro, es por que proximamente habrá peligro. Estas inquietudes despertaban miedo en Neil pero a la vez le daban cada vez mas curiosidad. Queria llegar al fondo de todo el asunto
- ¡Neil, Baja querido, tu tía llego de visita! -.
Lo que le faltaba. Ya tenia la mente bastante ocupada y ahora debia bajar a escuchar su tía. Siempre lo utilizaba a Neil para contarle sus historias que nadie queria escuchar. Como de costumbre, el padre se encontraria frente a la chimenea, leyendo las noticias; la madre cocinando y el teniendo que estar escuchando parlotear a su insoportable tía. Las historias de la Tia Henrrieta no eran para nada entretenidas. La ultima vez estubo cuarenta y cinco minutos contando sobre como perdio su monedero y lo encontró dos semanas después.
- ¡Ya va mamá, dejame un segundo!
- ¡Apurate hijo, tu Tía te trajo un regalo muy...!
Pero Neil ya no escuchaba a su madre. Se habia quedado mirando fijamente la tarjeta donde las palabras de cada caramelo producian un destello de su respectivo color. ¿Que significaba lo que se encontraba al lado de cada color? No habia duda de que cada color era por cada caramelo, pero ¿Que se suponia que sucediera? ¿Que si se comia el verde se convertiria en medusa? ¿Si comia el violeta se inflaria como un Globo? No podia aguantar las ansias de abrir la bolsa y ponerse a saborear uno de esos caramelos. Abrió la bolsa y cuando estaba por introducirse el verde en los labios...
- ¡NEIL, BAJA DE IMEDIATO! -.
La voz de la madre resonó por todos lados. Tanto que hizo a Neil tirar el caramelo. Refunfuñando entre dientes, guardo el caramelo en la bolsa, guardo esta en un cajon y bajo de muy mala gana, bajo las escaleras.
Como lo habia predicho hacia cinco minutos, el padre frente al fuego, la madre cocinando y la tía llamandolo para que se acerque. Sin demostrar ni la mas minima gota de entusiasmo se acerco a su tia y le dio un abrazo desganado.
- ¿Qué es ese animo pequeño? ¿Quién murió? -
Neil se limito a sonreir.
- Bueno no importa. Mi visita tiene un fin muy importante, necesito hospedarme aqui durante la semana, estan fumigando mi hogar ya que encontraron varias alimañas -.
En cuanto Henrrieta dijo '' necesito hospedarme aqui durante la semana '', la olla que sostenia la mamá de Neil cayó al suelo y retumbo por toda la sala. No obstante, la tia zorda de Neil ni se percató.
La mama de Neil no era muy amiga de su hermana, nunca fueron las mejores compañeras.
- Sera un placer tenerte aquí - se notaba sierto nerviosismo en la voz de la madre - ¿pero no tienes nada de ropa?
- Ah! La ropa y lo que necesito me lo traerá mañana un camion que eh contratado -.
Bueno, ya explicado el motivo de su visita la tia, tomo a Neil por su hombro y lo tuvo media hora sentado a sulado contandole sobre como consiguio el sombreo que tenia puesto.
-¿Por que no le das a Neil su regalo?-
- Oh! es cierto. Toma querido esto estoy segura que servira de mucho en un futuro. Pertenecia a tu Tio.
La tia le entrego en las manos a su sobrino un paquete en forma de cubo cubierto por un papel de seda rojo. El niño lo abrio desesperadamente. En su interior se hallaban:
Un relicario con una foto del tio en su interior y un papel de un tono sepia producido por el paso de los años. En seguida reconocio lo que le habia dado. El joven beso a su tia en el cachete y subio a toda velocidad a su cuarto.
- ¡Neil, Baja querido, tu tía llego de visita! -.
Lo que le faltaba. Ya tenia la mente bastante ocupada y ahora debia bajar a escuchar su tía. Siempre lo utilizaba a Neil para contarle sus historias que nadie queria escuchar. Como de costumbre, el padre se encontraria frente a la chimenea, leyendo las noticias; la madre cocinando y el teniendo que estar escuchando parlotear a su insoportable tía. Las historias de la Tia Henrrieta no eran para nada entretenidas. La ultima vez estubo cuarenta y cinco minutos contando sobre como perdio su monedero y lo encontró dos semanas después.
- ¡Ya va mamá, dejame un segundo!
- ¡Apurate hijo, tu Tía te trajo un regalo muy...!
Pero Neil ya no escuchaba a su madre. Se habia quedado mirando fijamente la tarjeta donde las palabras de cada caramelo producian un destello de su respectivo color. ¿Que significaba lo que se encontraba al lado de cada color? No habia duda de que cada color era por cada caramelo, pero ¿Que se suponia que sucediera? ¿Que si se comia el verde se convertiria en medusa? ¿Si comia el violeta se inflaria como un Globo? No podia aguantar las ansias de abrir la bolsa y ponerse a saborear uno de esos caramelos. Abrió la bolsa y cuando estaba por introducirse el verde en los labios...
- ¡NEIL, BAJA DE IMEDIATO! -.
La voz de la madre resonó por todos lados. Tanto que hizo a Neil tirar el caramelo. Refunfuñando entre dientes, guardo el caramelo en la bolsa, guardo esta en un cajon y bajo de muy mala gana, bajo las escaleras.
Como lo habia predicho hacia cinco minutos, el padre frente al fuego, la madre cocinando y la tía llamandolo para que se acerque. Sin demostrar ni la mas minima gota de entusiasmo se acerco a su tia y le dio un abrazo desganado.
- ¿Qué es ese animo pequeño? ¿Quién murió? -
Neil se limito a sonreir.
- Bueno no importa. Mi visita tiene un fin muy importante, necesito hospedarme aqui durante la semana, estan fumigando mi hogar ya que encontraron varias alimañas -.
En cuanto Henrrieta dijo '' necesito hospedarme aqui durante la semana '', la olla que sostenia la mamá de Neil cayó al suelo y retumbo por toda la sala. No obstante, la tia zorda de Neil ni se percató.
La mama de Neil no era muy amiga de su hermana, nunca fueron las mejores compañeras.
- Sera un placer tenerte aquí - se notaba sierto nerviosismo en la voz de la madre - ¿pero no tienes nada de ropa?
- Ah! La ropa y lo que necesito me lo traerá mañana un camion que eh contratado -.
Bueno, ya explicado el motivo de su visita la tia, tomo a Neil por su hombro y lo tuvo media hora sentado a sulado contandole sobre como consiguio el sombreo que tenia puesto.
-¿Por que no le das a Neil su regalo?-
- Oh! es cierto. Toma querido esto estoy segura que servira de mucho en un futuro. Pertenecia a tu Tio.
La tia le entrego en las manos a su sobrino un paquete en forma de cubo cubierto por un papel de seda rojo. El niño lo abrio desesperadamente. En su interior se hallaban:
Un relicario con una foto del tio en su interior y un papel de un tono sepia producido por el paso de los años. En seguida reconocio lo que le habia dado. El joven beso a su tia en el cachete y subio a toda velocidad a su cuarto.
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Las Descabelladas Historias De Mr. Mustard
martes, 30 de septiembre de 2008
Capitulo 4: Los Caramelos
Las Descabelladas Historias De Mr. Mustard
Capitulo 4: Los Caramelos
Neil y Desmond no se tomaron la molestia de esperar a sus compañeros para el viaje de regreso, ambos tenían cosas que pensar. Caminaban a paso apretado, se notaba la concentración en la que se encontraba cada uno. Callados ambos, siguieron caminando hasta llegar al famoso callejón. Ambos se detuvieron. Una persona se encontraba parada allí parada, la cual encajaba con la descripción de Desmond. Estaba vestido con un elegante traje rayado rojo y blanco y una galera tambien rayada que hacia juego. En el lado derecho del pecho llevaba puesta una especie de rosa color violeta. Sobre su hombro cargaba un peluche con forma de mono el cual llevaba un tipo de gorro turco rojo.
Del otro lado de la tarjeta se encontraba lo siguente:
Dos padres y dos hijos fueron a pescar,
tres peces pescaron y tocó a un pez cada uno,
¿Como pudo ser?
Capitulo 4: Los Caramelos
Neil y Desmond no se tomaron la molestia de esperar a sus compañeros para el viaje de regreso, ambos tenían cosas que pensar. Caminaban a paso apretado, se notaba la concentración en la que se encontraba cada uno. Callados ambos, siguieron caminando hasta llegar al famoso callejón. Ambos se detuvieron. Una persona se encontraba parada allí parada, la cual encajaba con la descripción de Desmond. Estaba vestido con un elegante traje rayado rojo y blanco y una galera tambien rayada que hacia juego. En el lado derecho del pecho llevaba puesta una especie de rosa color violeta. Sobre su hombro cargaba un peluche con forma de mono el cual llevaba un tipo de gorro turco rojo.
- Es el - le susurro Desmond a su compinche - Es el que nos salvo la otra vez, ese tal Mr. Mustard
Las manos le temblaban a Neil. No podia creer el hecho de que se encontraba frente a la persona
que lo habia salvado la noche anterior. Persona que el nisiquiera conocia
El hombre, les dirigió la mirada y sonrió. Allí fue cuando Neil se estremeció y noto que su amigo también. Ninguno dio ningún paso más.
- Tranquilos chicos, no muerdo -. Dijo el sujeto reteniendo una risa
- ¿Mustard? -. Desmond parecía perturbado y a la vez seguro
- ¿Como que Mustard? Mr. Mustard Hay que tener respeto con sus mayores. Y les recomendaría que no anden por este callejón a altas horas de la noche -.
- ¿Quien Diablos Eres? ¿Por qué nos salvaste? ¿De donde nos conoces? – Preguntó Neil un poco alterado
- ¿Cómo que quién diablos eres? Me parecen que no son muy agradecidos que digamos chicos. Por si no se dieron cuenta les salve la vida-.
Neil se sonrojo y se disculpo. - ¿Pero por que nos has salvado?
- Todo a su tiempo amigo, todo a su tiempo. No faltará tiempo para explicaciones, eso te lo aseguro. Digamos por ahora que tuve mis razones-.
Los dos no sabían como reaccionar. Era la primera vez que lo podian ver claramente. Frente a frente, cara a cara.
- Oye atento Neil, tu tambien Desmond -. El niño sintio como un escalofro recorria todo su cuerpo - Si diganos señor -.
- Escuchen, yo no tengo un radar que detecte el peligro que los rodea -. A Desmond no le hacia ninguna gracia escuchar al tipo decir eso. - Ustedes tendran que llamarme. En tal caso yo acudiré -.
- ¿Y como se supone que te llamemos? Hasta el día de hoy no sabiamos que existias - dijo Desmond
- Buen Punto. Comanse uno de los caramelos que les di y acudiré -.
- ¿Cuales caramelos? No nos has dado ningún cara… - Desmond se callo cuando se metió una mano en el bolsillo de su pantalón y sacó de allí una bolsa con cinco caramelos redondos. Neil hizo lo mismo y descubrió que también tenía un paquete en su bolsillo. Cada uno de los caramelos tenía un color distinto. – ¿Como has pues…? -.
Pero Desmond no pudo terminar su pregunta. El sujeto no les dejó mas detalle a los compañeros. Mustard cerró los ojos, se quito el sombrero, hizo una reverencia y un segundo después desapareció dejando unas burbujas color naranja que reventaron rápidamente.
Ninguno de los dos chicos se movió de su lugar, ambos se encontraban atónitos. El tipo salía cuando quería, no daba explicación alguna y desaparecía así como así. Estas cosas no le cerraban a Neil e intentaba convencerse así mismo que todo ello no era cierto.
Al igual que como volvían desde el colegio, ninguno de los dos se dirigió la palabra. Ahora estaban aun más silenciosos que antes y agradecieron que ninguno de sus amigos los hubieran encontrado.
Al igual que como volvían desde el colegio, ninguno de los dos se dirigió la palabra. Ahora estaban aun más silenciosos que antes y agradecieron que ninguno de sus amigos los hubieran encontrado.
Cuando sus rutas se dividieron, no se saludaron, solo se cruzaron con las miradas. Los dos se sentian muy desconcertados. Neil abrió la puerta de su casa y subió las escaleras sin expulsar palabra alguna. Ignorando los saludos reiterados de su madre, entró a su cuarto, dejó la mochila sobre una esquina de su cama y se acostó en ella. Sacó de su bolsillo el paquete con los caramelos y se puso a examinarlos. Atada a una cinta de la bolsa, había una tarjeta muy parecida a la que habia visto en la mañana solo que esta tenia dibujos de cada caramelo y su color, y al lado, una palabra.
La lista decía lo siguiente:
ROJO: Tren
AZUL: Cartas
VERDE: Medusa
VIOLETA: Globo
AMARILLO: Bruja
AZUL: Cartas
VERDE: Medusa
VIOLETA: Globo
AMARILLO: Bruja
Del otro lado de la tarjeta se encontraba lo siguente:
Dos padres y dos hijos fueron a pescar,
tres peces pescaron y tocó a un pez cada uno,
¿Como pudo ser?
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Las Descabelladas Historias De Mr. Mustard
domingo, 14 de septiembre de 2008
Capitulo 3: ``Tengo Que Contarte Algo...´´
Las Descabelladas Historias De Mr. Mustard
Capitulo 3: ``Tengo Que Contarte Algo...´´
No le hizo mucho cazo a su madre. Dejo sus tostadas a medio comer y tomó su café de un solo trago. Subió las escaleras a toda velocidad y se cambió de ropa, se le estaba haciendo tarde para el colegio. Se puso su uniforme, se cepilló los dientes y cada tanto intentaba comunicarse con Desmond por teléfono pero sin éxito alguno.
- ¡Adiós mamá, saluda a papá de mi parte! -.
Salió corriendo hacia la escuela, a pesar de lo sucedido no podía evitar expresar su felicidad de que comenzaba la ultima semana de clases. En el camino, el joven debía atravesar el callejón de la noche pasada. Neil se tomó su tiempo para pasar a través de este. Lo inspeccionó de arriba abajo pero no encontró más que botellas de cervezas vacías y colillas de cigarros que los adolecentes pandilleros dejaban después de una noche agitada. En el camino se encontró con Lucy. El enojo de la niña hacia el ya habría quedado atrás.
- ¿Llegaste bien a tu casa? Me quedé muy preocupada. No me gusta pelear contigo -.
El pequeño no tenia idea de que contestar. No sabia si dirigirle la palabra, después de todo seguía un poco enojado. Además si le contestara ¿qué le diría? ¿Qué su vida estuvo en un gran peligro pero fue salvado por un tipo que se hacia llamar Mr. Mustard? No sonaría muy normal. Para su suerte no tuvo que contestarle. Detrás de ellos aparecieron Molly y Maxwell. Lucían bastante agitados, habían corrido para alcanzarlos a ambos. Maxwell, que se imaginaba la emboscada de preguntas de Lucy dirigida hacia Neil, intentó charlar sobre cualquier cosa. Neil lo miro agradecido.
- ¿Pueden creer que ya se nos pasó el año? Ya nada más de tareas, ni exámenes, ni profesores ¡Estas vacaciones serán de lujo! -.
Neil y Maxwell chocaron sus manos. Lucy todavía tenía en la garganta varias preguntas que no pudo formular, por que para cuando se dieron cuenta, estaban frente a la puerta del colegio
- ¿y Desmond? ¿Por qué no vino con nosotros? – se inquieto Neil
- Estuve hablando con el esta mañana, no me quería cortar. Lo trae la madre en su auto mas tarde por que hoy tenia dentista -.
Eso podía explicar por que Neil no se podía comunicar con el.
Entraron al patio y formaron con mucha dificultad, todos los cursos estaban inquietos. Obviamente el silencio nunca fue dueño del lugar a pesar de que la directora pidió que los alumnos se callasen mas de cuatro veces.
- ¡Alumnos silencio! -.
Estos, se fueron callando como un extenso fade out
La directora lucia abatida. Ya tenía unos cuantos años encima, y haber aguantado a tantos chicos revoltosos durante todo un año no le ayudaba mucho a su apariencia. Como cualquier directora, espero hasta que la mayoría de los alumnos hicieran silencio para darle la bienvenida a todos los cursos presentes.
- Pasen a sus salones en silencio y ordenadamente -.
Ingresaron a las aulas pero no en silencio ni ordenadamente. Las primeras dos horas de biología se pasaron muy lentamente. La profesora Meyers no era muy dinámica a la hora de explicar su materia. La campana sonó estridentemente y los chicos salieron como si se tratara de una estampida de elefantes.
Durante el recreo, los chicos se sentaban en las escaleras a conversar como acostumbraban hacer en el parque. Cuando ya faltaba poco tiempo para que terminase el receso, Molly saludó a Desmond que iba caminando hacia donde se encontraban. Inmediatamente que se cruzaron las miradas entre Neil y Desmond, ambos se dijeron al mismo tiempo `` Tengo que contarte algo, es importante´´. Los demás chicos se miraron sin comprender. Ninguno de los dos tuvieron que darles explicaciones a sus amigos, el timbre había sonado y todos debían entrar a sus respectivas aulas. El curso de Neil vitoreó cuando se enteraron de que la profesora de Geografía había faltado. Por lo tanto, iban a tener dos horas libres para conversar.
Neil y Desmond se apartaron de los demás para charlar en privado. Sus historias coincidían en un cien porciento. Sus madres no tenían registrada ninguna anomalía en sus comportamientos, y ambos habían encontrado una nota con dos plumas. La única diferencia de sus experiencias fue que Desmond llego a ver a su salvador.
Según la descripción de Desmond el tipo llevaba un traje rayado de colores rojo y blanco y un gorro que hacia juego, lamentablemente no pudo recordar mas, solo pudo recordar que todo se volvió oscuro.
- ¿Le contamos esto a los demás? – se inquieto Des
- Ni una palabra – le contesto su amigo
La campana sonó, las dos horas habían pasado. Los dos chicos tomaron sus mochilas y se dirigieron a sus casas.
- ¡Adiós mamá, saluda a papá de mi parte! -.
Salió corriendo hacia la escuela, a pesar de lo sucedido no podía evitar expresar su felicidad de que comenzaba la ultima semana de clases. En el camino, el joven debía atravesar el callejón de la noche pasada. Neil se tomó su tiempo para pasar a través de este. Lo inspeccionó de arriba abajo pero no encontró más que botellas de cervezas vacías y colillas de cigarros que los adolecentes pandilleros dejaban después de una noche agitada. En el camino se encontró con Lucy. El enojo de la niña hacia el ya habría quedado atrás.
- ¿Llegaste bien a tu casa? Me quedé muy preocupada. No me gusta pelear contigo -.
El pequeño no tenia idea de que contestar. No sabia si dirigirle la palabra, después de todo seguía un poco enojado. Además si le contestara ¿qué le diría? ¿Qué su vida estuvo en un gran peligro pero fue salvado por un tipo que se hacia llamar Mr. Mustard? No sonaría muy normal. Para su suerte no tuvo que contestarle. Detrás de ellos aparecieron Molly y Maxwell. Lucían bastante agitados, habían corrido para alcanzarlos a ambos. Maxwell, que se imaginaba la emboscada de preguntas de Lucy dirigida hacia Neil, intentó charlar sobre cualquier cosa. Neil lo miro agradecido.
- ¿Pueden creer que ya se nos pasó el año? Ya nada más de tareas, ni exámenes, ni profesores ¡Estas vacaciones serán de lujo! -.
Neil y Maxwell chocaron sus manos. Lucy todavía tenía en la garganta varias preguntas que no pudo formular, por que para cuando se dieron cuenta, estaban frente a la puerta del colegio
- ¿y Desmond? ¿Por qué no vino con nosotros? – se inquieto Neil
- Estuve hablando con el esta mañana, no me quería cortar. Lo trae la madre en su auto mas tarde por que hoy tenia dentista -.
Eso podía explicar por que Neil no se podía comunicar con el.
Entraron al patio y formaron con mucha dificultad, todos los cursos estaban inquietos. Obviamente el silencio nunca fue dueño del lugar a pesar de que la directora pidió que los alumnos se callasen mas de cuatro veces.
- ¡Alumnos silencio! -.
Estos, se fueron callando como un extenso fade out
La directora lucia abatida. Ya tenía unos cuantos años encima, y haber aguantado a tantos chicos revoltosos durante todo un año no le ayudaba mucho a su apariencia. Como cualquier directora, espero hasta que la mayoría de los alumnos hicieran silencio para darle la bienvenida a todos los cursos presentes.
- Pasen a sus salones en silencio y ordenadamente -.
Ingresaron a las aulas pero no en silencio ni ordenadamente. Las primeras dos horas de biología se pasaron muy lentamente. La profesora Meyers no era muy dinámica a la hora de explicar su materia. La campana sonó estridentemente y los chicos salieron como si se tratara de una estampida de elefantes.
Durante el recreo, los chicos se sentaban en las escaleras a conversar como acostumbraban hacer en el parque. Cuando ya faltaba poco tiempo para que terminase el receso, Molly saludó a Desmond que iba caminando hacia donde se encontraban. Inmediatamente que se cruzaron las miradas entre Neil y Desmond, ambos se dijeron al mismo tiempo `` Tengo que contarte algo, es importante´´. Los demás chicos se miraron sin comprender. Ninguno de los dos tuvieron que darles explicaciones a sus amigos, el timbre había sonado y todos debían entrar a sus respectivas aulas. El curso de Neil vitoreó cuando se enteraron de que la profesora de Geografía había faltado. Por lo tanto, iban a tener dos horas libres para conversar.
Neil y Desmond se apartaron de los demás para charlar en privado. Sus historias coincidían en un cien porciento. Sus madres no tenían registrada ninguna anomalía en sus comportamientos, y ambos habían encontrado una nota con dos plumas. La única diferencia de sus experiencias fue que Desmond llego a ver a su salvador.
Según la descripción de Desmond el tipo llevaba un traje rayado de colores rojo y blanco y un gorro que hacia juego, lamentablemente no pudo recordar mas, solo pudo recordar que todo se volvió oscuro.
- ¿Le contamos esto a los demás? – se inquieto Des
- Ni una palabra – le contesto su amigo
La campana sonó, las dos horas habían pasado. Los dos chicos tomaron sus mochilas y se dirigieron a sus casas.
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Las Descabelladas Historias De Mr. Mustard
jueves, 11 de septiembre de 2008
Capitulo 2: Reflecciones
Las Descabelladas Historias De Mr. Mustard
Capitulo 2: Reflecciones
El pobre chico se quedo atónito. ¿Quien rayos era Mr. Mustard? ¿Y por que se había interesado en el? ¿De donde lo conocía? Se Vistió rápidamente con la primera ropa que encontró y bajo las escaleras a tal velocidad que los golpes de sus pies hicieron despertar a Nieves, su gatita que dormía tranquilamente alado de la puerta de su cuarto.
Al comienzo se le heló la sangre, la sala de estar se encontraba vacía. Su alivio fue muy notable cuando se dio cuenta que su madre estaba en la cocina. Entro de forma cautelosa, su madre se sobre salto al verlo
- ¡Despertaste Corazón! ¿Quieres una o dos tostadas? –
¿Qué? ¿No se preguntaba acaso como había llegado el día anterior a la casa? ¿Acaso había sido todo un sueño? El pequeño no comprendía como fue que el estuvo en peligro y la madre le pregunte que quería desayunar.
- Mama ¿Qué sucedió ayer cuando volví? –
La madre rio
- Hijo ¿acaso no recuerdas nada? Llegaste, saludaste y te fuiste a tu cama. Estabas exhausto -.
Neil seguía inexpresivo, no entendía nada
- ¿Por qué volviste solo a casa? Sabes que no me gusta que andes solo por la calle y menos a esas horas -.
- No vine solo, si me acompaño Des… -en ese momento reacciono- ¡Desmond!
-¿Desmond? ¿Qué sucede con Desmond? –. La mujer obviamente no entendía por que el hijo había reaccionado de esa forma
Neil no le contestó, salió corriendo al teléfono y marco el teléfono de la casa de Desmond. No pudo contener una maldición cuando el teléfono le daba ocupado.
- ¡Cuida tu vocabulario jovencito! Y ahora ve a despertar a tu padre que ya va a estar el desayuno -.
Aun medio shockeado, obedeció si reproche. Subió las escaleras tan rápido como el sueño y el susto se lo permitía ¿Se encontraría bien Desmond? ¿El también lo habría visto al tal Mr. Mustard? ¿Seria verdad, o solo era su imaginación? Esa última pregunta la descartó. Las plumas y la nota no eran para nada producto de su imaginación. Eso sucedió. ¿Pero cómo explicaba el hecho de que llego a su casa de la forma mas tranquila?
Le hubiese gustado seguir debatiendo mentalmente como fue que había sucedido eso, pero debía despertar a su padre, desayunar e ir al colegio, donde seguramente podría discutir con su amigo (si es que estaba a salvo) sobre lo sucedido la noche anterior. ¿Habría visto su compañero a su supuesto salvador?
- Papá, hay que desayunar. Hoy comenzara mi última semana de clase -.
De la boca del hombre no salió más que un refunfuño. El padre de Neil era muy robusto. Solía ser poco expresivo (poco y nada) y no era de demostrarle mucho cariño a su hijo.
El niño bajo las escaleras lentamente, entró a la cocina y se sentó en la mesa tambaleante hasta que su madre llego con una bandeja en sus manos, y una sonrisa en su rostro.
- Come bien, hoy te esperará un gran día -.
¡Y si! ¡Definitivamente le esperaría un gran día!
Al comienzo se le heló la sangre, la sala de estar se encontraba vacía. Su alivio fue muy notable cuando se dio cuenta que su madre estaba en la cocina. Entro de forma cautelosa, su madre se sobre salto al verlo
- ¡Despertaste Corazón! ¿Quieres una o dos tostadas? –
¿Qué? ¿No se preguntaba acaso como había llegado el día anterior a la casa? ¿Acaso había sido todo un sueño? El pequeño no comprendía como fue que el estuvo en peligro y la madre le pregunte que quería desayunar.
- Mama ¿Qué sucedió ayer cuando volví? –
La madre rio
- Hijo ¿acaso no recuerdas nada? Llegaste, saludaste y te fuiste a tu cama. Estabas exhausto -.
Neil seguía inexpresivo, no entendía nada
- ¿Por qué volviste solo a casa? Sabes que no me gusta que andes solo por la calle y menos a esas horas -.
- No vine solo, si me acompaño Des… -en ese momento reacciono- ¡Desmond!
-¿Desmond? ¿Qué sucede con Desmond? –. La mujer obviamente no entendía por que el hijo había reaccionado de esa forma
Neil no le contestó, salió corriendo al teléfono y marco el teléfono de la casa de Desmond. No pudo contener una maldición cuando el teléfono le daba ocupado.
- ¡Cuida tu vocabulario jovencito! Y ahora ve a despertar a tu padre que ya va a estar el desayuno -.
Aun medio shockeado, obedeció si reproche. Subió las escaleras tan rápido como el sueño y el susto se lo permitía ¿Se encontraría bien Desmond? ¿El también lo habría visto al tal Mr. Mustard? ¿Seria verdad, o solo era su imaginación? Esa última pregunta la descartó. Las plumas y la nota no eran para nada producto de su imaginación. Eso sucedió. ¿Pero cómo explicaba el hecho de que llego a su casa de la forma mas tranquila?
Le hubiese gustado seguir debatiendo mentalmente como fue que había sucedido eso, pero debía despertar a su padre, desayunar e ir al colegio, donde seguramente podría discutir con su amigo (si es que estaba a salvo) sobre lo sucedido la noche anterior. ¿Habría visto su compañero a su supuesto salvador?
- Papá, hay que desayunar. Hoy comenzara mi última semana de clase -.
De la boca del hombre no salió más que un refunfuño. El padre de Neil era muy robusto. Solía ser poco expresivo (poco y nada) y no era de demostrarle mucho cariño a su hijo.
El niño bajo las escaleras lentamente, entró a la cocina y se sentó en la mesa tambaleante hasta que su madre llego con una bandeja en sus manos, y una sonrisa en su rostro.
- Come bien, hoy te esperará un gran día -.
¡Y si! ¡Definitivamente le esperaría un gran día!
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Las Descabelladas Historias De Mr. Mustard
martes, 9 de septiembre de 2008
Capitulo 1: Las Plumas
Las Descabelladas Historias De Mr. Mustard
Capitulo 1: Las Plumas
La tarde caía lentamente, los niños pequeños ya se volvían a sus casas a tomar la merienda junto a la estufa. Cinco amigos paseaban por el parque conversando sobre que harían ahora que empezaban las vacaciones.
Neil Wakeman, un inteligente adolecente de 14 años de edad, los hermanos Henderson (Maxwell Henderson, un chico de 15 años muy aventurero y Molly Henderson, quien solo le llevaba 2 años a Max), Lucy Walker, una hermosa chica de 13 años, y Desmond Mc Fly, un joven de 14 años muy valiente.
Todos vivian en la misma cuadra, por lo que los domingos se juntaban en el parque de la ciudad para conversar sobre lo que habían hecho el sabado y lo que harían la próxima semana. El frio comenzaba a dominar el ambiente por lo que los chicos ponían en marcha la vuelta a sus casas.
- ¡Dale Molly! ¡Apurate que se viene la noche y ya sabes que dice papá con llegar tarde! – Le gritaba Max a Molly
- Si. Será mejor que nos apresuremos – Neil trataba de suavizar los gritos de Max a su hermanita – Si nos vamos por la calle principal y entramos al callejón llegaremos mas rápido -.
Neil era el típico chico inteligente (y aveces un poco testarudo), que tenia las mejores ideas al momento de improvisar. Su cabello corto carecia de brillo y su vestmenta de ‘’glamour’’. Lo que mas lo caracterizaba era la forma de arreglárselas para que todo saliera de la mejor forma.
- Y moriremos mas rápido – agregaba Lucy en un tono sarcástico – tu si quieres ve por el callejón yo prefiero tardar a que me roben.
Lucy solía ser una chica muy simpatica (si se lo proponía). Tenía pelo rubio, largo y sedoso (sus ojos celestes lo resaltaban), no era muy alta pero si bastante palida. Podía ser muy carismatica si se lo proponia, no obstante, cuando se le saltaba la tuerca era difícil de tranquilizar.
Neil la miro con mala cara. El sabía perfectamente que estaba enojada con el por una discucion que habia dado lugar el miercoles pasado. En ese momento se dividieron en dos grupos. Neil y Desmond por un lado y Lucy, Max y Molly por el otro.
- Odio cuando se pone así de tonta – comentaba Neil mientras se alejaban de el grupo de Lucy.
– Se quiere hacer la que lo sabe todo y hacernos quedar como tarados – .
- Vamos Neil, no te pongas mal ahora, tienes que pensar en las nuevas aventuras que descubriremos este verano -.
Desmond solia ser muy optimista y se parecía mucho a Neil en cuanto a su forma de vestir y en su carácter. Lo que mas resaltaba en el, era su capacidad de olvidarse de todos sus problemas y pensar en positivo, cosa que su amigo admiraba mucho. Los dos habían sido grandes amigos desde preescolar, y desde entonces se contaban todo y se ayudaban mutuamente.
- Tienes razón – asintió Neil con una sonrisa en la cara.
La tarde empezaba a desaparecer y la noche ocupaba cada vez mas el cielo. Como la oscuridad aumentaba, ambos decidieron apretar el paso.
Se metieron al callejón que servía como un gran atajo y en la penumbra que ya dominaba la calle, escucharon pasos de una tercera persona detrás de ellos. Comenzaron a aumentar la velocidad y este sujeto también se apresuraba. Ninguno se atrevía a mirar para atrás, ya estaban cerca de la salida. En ella, pudieron divisar la silueta de otra persona parada. Estaban rodeados. Los dos individuos extraños lanzaron una gran carcajada y se acercaron poco a poco a los amigos. El miedo era imposible evitar en el corazón de los niños, Neil cerro los ojos. De repente, de la nada, apareció un tercer hombre. Este, los agarro por los hombros a los 2 niños asustados y desaparecio dejando una cortina de humo
Neil abrió los ojos, estaba entre las sabanas de su comoda cama. Ya era de día y se debía preparar para su ultima semana de clases. Cuando se levantó observo su mesa de luz, había dos plumas de color violeta reposadas con una nota en la cual brillaban las palabras ``Cortesía de su amigo Mr. Mustard´´
Etiquetas:
Las Descabelladas Historias De Mr. Mustard
martes, 5 de agosto de 2008
Proximamente...
Bueno Gente
Inauguro el blog con este dibujo
me vino a la cabeza mientras escuchaba
Deep Purple desde la televisión
Estaba pensando usarlo como parte de una historia
pronto vendra el primer capitulo pero primero
pronto vendra el primer capitulo pero primero
tengo que decidir una pequeñez...
EL NOMBRE
EL NOMBRE
si tienen alguna idea para el nombre del personaje
me la deja en el CBOX
(Tengan en cuenta de que se trata de un tipo medio pirado)
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